En el año 476, Odoacro, líder de los federados hérulos, deponía al último
emperador romano en Occidente. Desde pequeño siempre pensé que vaya idiota este
último emperador que dejo caer a un imperio tan poderoso como el romano. El
tiempo y las lecturas me despertaron de mi anterior e infantil creencia, descubriéndome
una larga agonía que se tradujo en la desaparición del estado más influyente y
poderoso de Occidente.
Romulo Augustulo, que así se llamaba el último emperador del imperio romano
occidental, no era más que un niño cuando su padre, el general Orestes, lo alzo
al trono en Ravena. Orestes, el gobernante en la sombra, no controlaba ni la
tercera parte del territorio que Teodosio el Grande había concedido al
emperador de occidente en su división del imperio entre sus hijos en 395.
Orestes no solo tenía que hacer frente a barbaros de todas los orígenes,
Visigodos en Hispania y Galia, Burgundios, Francos, Vándalos,……., tenía que
hacerles frente sin ejercito, finanzas y sin estado. Por tanto, en cuanto
tuvieron la menor oportunidad, su general, el ostrogodo Odoacro lo asesino y
depuso a su hijo, proclamándose Rey de Italia.
Pero como se había llegado a tal situación? Como un estado como el romano
había degenerado tanto que sus miembros eran cercenados sin que el cuerpo
pudiera reaccionar? Como un estado con casi 50 millones de habitantes había sucumbido
a banda de barbaros que no sumaban ni el medio millón de combatientes todos
juntos? Estas y otras preguntas son tratadas con profundidad en un libro que
recomiendo a todos los políticos de nuestro país, La caída del Imperio Romano
de Michael Grant. En este soberbio libro el autos enumera un a una las causas
que en su opinión propiciaron dicha caída. Entre las más llamativas esta la que
el autor denomina, “la sociedad contra el estado”. Es en mi opinión la más
llamativa porque, en contra de lo sucedido con otros imperios, la caída del
romano tuvo causas mas allá de la invasión de otros estados, siendo las raíces de
su declive mas internas y sociales.
La historia del imperio romano es una historia de gran poder y estabilidad
por un lado, por el otro de corrupción, guerras civiles y decadencia. El estado
resultante de la muerte de Julio Cesar, de las guerras civiles posteriores a
dicha muerte, y el alzamiento al poder de Octavio Augusto era un estado herido
de muerte. Un estado donde una persona, solo una ostentaba todo el poder, un
poder inmenso que invitaba a la corrupción y a la degeneración si las manos que
lo llevaban no eran las adecuadas.
Durante sus primeros 200 años, hasta el reinado de Cómodo, el imperio,
aunque sufrió contratiempos civiles como la deposición del emperador Nerón, sin
embargo, las guerras civiles que la sucedieron no fueron una gran amenaza para
el estado o sus ciudadanos. Las fronteras eran seguras, los romanos continuaban
su ofensiva en casi todos los frentes y sus conquistas les reportaban riquezas
inimaginables. Los emperadores que se sucedían eran en su mayoría gobernantes
capaces y, aunque hubo excepciones como la de Domiciano, el gobierno imperial
no amenazaba la propia estabilidad del estado.
Fue a partir del gobierno de Cómodo que el gobierno imperial comenzó a
decaer y las revoluciones y guerras civiles comenzaron a alterar el normal
funcionamiento del estado, y por tanto, de sus ciudadanos. El siglo tercero vio
como subían y caían emperadores de forma continuada, del 235 hasta 285, más de 40
emperadores tomaron y perdieron el poder, todos, o casi todos, muriendo de forma violenta. Esta inestabilidad
en lo más alto del poder tuvo sus consecuencias en el normal progreso del
estado y sus ciudadanos. Las guerras civiles, cada vez mas continuadas, consumían
mas y mas recursos, esquilmaban las cosechas, destruían el comercio y la
seguridad ciudadana disminuía, sometiendo a los ciudadanos del imperio a los
constantes ataques de los barbaros. Los emperadores, preocupados en mantener su
poder, no podían proteger a sus ciudadanos, a los que sí, cada vez con más
avidez, cobraban los impuestos. Esta situación continúo por casi todo el siglo
tercero, y aunque el siglo cuarto trajo algo de mejoría, con las reformas de
Diocleciano y Constantino, dichas reformas demostraron con el tiempo traer más
penalidades para el estado y la población. Las reformas de la administración y
el ejército no hicieron sino aumentar la presión fiscal, ya de por si elevada,
y aunque trajo cierta mejora de la seguridad fronteriza, solo unas manos
fuertes y decididas eran capaces de manejar maquinaria tan mastodóntica como la
del bajo imperio romano. Los sucesores de Constantino continuaron con las
rencillas por el poder, arruinando todo lo conseguido y empeorando la situación
general de la población. La inestabilidad trajo consigo que los grandes
magnates y terratenientes buscaran su propia seguridad, levantando fortalezas y
ejércitos privados. La población, asustada comenzó a buscar cobijo entre los
muros de los señores que iban aumentando su poder con cada guerra civil o invasión
bárbara. El estado central se desmoronaba, incapaz de cobrar los impuestos en
ciertas regiones debido a la oposición de los señores, tampoco de levantar ejércitos
debido a que los ciudadanos preferían mutilar sus miembros a servir en los ejércitos
destinados a luchar en las guerras civiles. Los campesinos comenzaron a
abandonar sus tierras, emigrando a zonas más seguras. El estado perdió el
control, el ciudadano, otrora orgulloso de ser romano, huyo de sus obligaciones
para con un estado sentían no les representaba. No tardarían los
terratenientes, los ciudadanos, y los mismos miembros del estado en buscar protección
bajo el dominio bárbaro. Muchos vieron en ellos la salvación, la seguridad, el
fin a sus penurias económicas.
En el año nuevo de 406, una gran invasión bárbara cruzo las fronteras en el
Rhin y se interno en las provincias Galas. NO podía venir en peor momento, el
imperio romano occidental, producto de la división decidida por Teodosio,
afrontaba uno de los mayores retos de su historia, la invasión de Alarico, rey
Visigodo. El otrora aliado romano, se había levantado contra el imperio y
marchado sobre Italia. Mantenido a raya por un tiempo, la invasión de 406, así
como las luchas en el campo romano, permitió a los Visigodos sobrevivir y
esperar a que los romanos se debilitaran aun más. Esto sucedió en 408, año en
el que el general romano que había mantenido al imperio en pie desde la muerte
de Teodosio, Estilicon, fue asesinado. Su muerte supuso el derrumbamiento final
de la autoridad imperial, grandes zonas del imperio escaparon al control del
estado central, a la Galia, Bretaña, seguirían Hispania y África. El otrora
poderoso imperio no era más que una sombra de lo que había sido. Pero el estado
estaba vacío, privado de sus riquezas y sobre todo de su población., Pocos
fueron los que movieron un dedo para salvar al moribundo estado. Como dije al
principio, en 476 todo acabo en Occidente, y la época más oscura de la
humanidad comenzó.
Por desgracia, todo esto, aunque lejano, es muy familiar. Un estado que en
un momento dado renuncia a su poder centralizador, unificador, y lo deja en
manos de señores, muchos de ellos desleales a la idea de dicho estado. Dichos
mini estados dentro del estado crecen y crecen, despilfarran y arruinan a sus
ciudadanos a los que cada día piden un esfuerzo mayor. Los ciudadanos, hartos
de la vida a la que están condenados comienzan a buscar su salida, migrando a
otras pises y regiones, o aun peor, cayendo en ideologías, muchas de ellas radicales que empeoran aun mas
la situación. Los ciudadanos cansados de que las leyes solo se cumpla sobre sus
espaldas, de que los impuestos se malgasten, renuncian a contribuir, esconden
sus posesiones lejos de los bancos y la economía colapsa. Esto aun no ha
pasado, no hemos llegado a ese punto en España, sin embargo si ha pasado en
Grecia, en Argentina,…… Un estado sin ley, sin justicia, es un estado condenado
a quedarse vacio, sin ciudadanos que respondan a la llamada de auxilio de sus
instituciones en los momentos de peligro. Como en 476, España es altamente
sensible a cualquier empeoramiento en su situación económica, dicho
empeoramiento podría llevar al colapso total a la manera griega y por ello a la
pobreza de su población. España, país donde los políticos se acaban de repartir
la justicia, donde la Infanta de España no es investigada por ser eso, Infanta,
donde los terroristas, violadores y asesinos son liberados de forma interesada,
un país donde el partido en el gobierno se ha estado financiando ilegalmente, o
el partido de la oposición está dirigido por un tipo que aviso a la ETA para
que no fueran capturada su cúpula, es un país en descomposición. A un país así
solo le espera inestabilidad, anarquía y hartazgo. Solo le espera la muerte
como estado y a sus ciudadanos, a los que no les importa ya lo que pase, la
mayores de las desgracias. Pocos en 476 debían saber, que lo les esperaba con
la dominación bárbara serian los 1000 años más oscuros de la historia de
Europa. Que nos espera ahora? Que nos depara el futuro?